Cómo cambiar el nombre de un perro

Cómo cambiar el nombre de un perro

by Ignacio Ferrer


Nuestros amigos de cuatro patas han estado con nosotros como mascotas y animales de trabajo durante más de diez mil años. Se han adaptado a nosotros (y nosotros a ellos) de tal manera que es casi imposible imaginar la vida sin su compañía y sin la utilidad de su trabajo. Y es que los perros llegan a amarnos incondicionalmente, aun cuando en ocasiones los humanos no lo merecemos o no los tratamos de la mejor manera, o incluso los abandonamos a su suerte.

Razones para cambiar el nombre de un perro

En ocasiones un perro debe cambiar de hogar y no precisamente porque esté abandonado. Su dueño puede enfermarse y no poder cuidarlo adecuadamente, o un cambio de residencia a lugares donde no se permiten mascotas lo obligará a ser dado en adopción. Si le hemos educado bien y es un animal simpático (al que debemos haber contribuido con mucho cariño) seguro que le irá bien en su nueva familia y será acogido de maravilla, tal y como es. Pero también sus nuevos dueños pueden querer una “pequeña” modificación: cambiar el nombre del perro (puede que hayamos sido demasiado creativos en esto) y poner uno nuevo.

¿Renombrarlo? ¿Para qué?

Lo ideal es que mantenga su nombre (sobre todo para nuestra comodidad o si el perro es demasiado mayor). Para los perros, a diferencia de nosotros los humanos, el nombre es simplemente un sonido que usamos para identificarlos, llamarlos, ordenarles que hagan algo y, sobre todo, darles comida. Realmente es más importante para nosotros que para ellos, porque ellos no entienden el significado de las palabras, sino que aprenden a relacionar el sonido de estas con lo que nosotros mismos destacamos que asimilan.

Entonces mientras que para los humanos cambiar de nombre puede tener significados simbólicos, filosóficos y toda una serie de conceptos con los que nos complicamos la vida a diario, para ellos esto es tan sencillo como que a partir de mañana el bife de jamón se llame de otra forma. Lo llames como lo llames seguirá siendo lo mismo: algo delicioso, que tiene los mismos ingredientes, sabe y huele igual. Vale, es un ejemplo raro, pero sirve para entender.

En las primeras etapas de la vida de los perros, el nombre básicamente significa «toma tu comida». Y les da igual que les llamemos Napoleón o Pelotita, porque, repetimos, no saben lo que esas palabras significan para nosotros. Lo que sí saben es que cuando las pronunciemos les daremos de comer. Nos darán toda la atención del mundo cuando emitamos ese sonido.

Reflejo condicionado (o condicional)

Sí, este es el nombre científico de esta acción aparentemente cotidiana y sin importancia. Hablando en serio, no es más que la reacción natural a un estímulo antinatural o que no debería provocar tal reacción.

Fue el científico ruso Ivan Pavlov quien lo descubrió, haciendo experimentos con perros (en los que ninguno salió lastimado), allá por 1901. Pavlov hacía sonar un metrónomo mientras alimentaba a los perros, y descubrió que después de un rato de repetir esa rutina, cuando el metrónomo sonaba sin darles comida, la respuesta biológica de los perros era idéntica: se excitaban y producían la misma cantidad de saliva que cuando estaban en presencia de comida.

Esto sólo puede significar una cosa: la los perros, con la repetición, aprendieron a relacionar el sonido del metrónomo con la comida y ya no necesitaban estar en su presencia para reaccionar. Sabían que una cosa acompañaba a la otra.

La repetición constante es esencial.

Este descubrimiento revolucionó el mundo de la psicología y la fisiología, que por ahora, aunque ha sido muy importante (y algún profesor se desmaya si lo decimos), lo dejaremos de lado. Centrémonos en los perros y sus nombres. Cuando son cachorros lo que hacemos es precisamente eso: llamarlos por el nombre que hayamos elegido mientras agitamos ante sus pequeños hocicos un suculento bocado.

Las primeras veces apenas nos prestarán atención (la comida ciertamente no será ignorada), pero con la repetición constante los cachorros aprenden que ese sonido, su nombre, significa que recibirán comida, o cariño, o ambos. Y nunca lo olvidarán mientras no dejemos de llamarlos con ese sonido tan particular.

¿Y cómo lo cambiamos?

Una vez que nos hayamos familiarizado con el animal y ganado su confianza, seguiremos estos pasos.

Instrucciones para cambiar el nombre de un perro

  1. Lo primero, aunque no es imprescindible, sería mucho más fácil si el nuevo nombre tiene un sonido similar al anterior.
  2. Lo segundo que necesitamos es paciencia, dosis más alta cuanto mayor es el perroya que no es fácil borrar varios años de hábito de un tirón.
  3. Tercero y más importante, un sabroso manjar. Y manos a la obra.

Básicamente nosotros hará que el perro relacione la golosina con el nombre que le están tratando de darle. Nos acercaremos, le llamaremos por el nuevo nombre y luego le daremos un trocito de la golosina, o incluso a veces basta con que lo huela un poco y le dejamos con ganas.

No importa si al principio apenas reacciona con el nuevo nombre (todavía no sabe que es suyo). Repetiremos la acción con mucha paciencia y el mayor número de veces posible sin llegar a atiborrarla demasiado. A medida que repitamos la acción de darle comida nos iremos alejando poco a poco, así el perro entenderá que el sonido y la comida van juntos y que si se acerca a nosotros tendrá premio.

Tomarse el tiempo es la clave para cambiar el nombre de los perros.

La tarea se irá completando por completo con el transcurso de los días, a medida que utilicemos más su nuevo nombre para darle comida o cariño. Es importante aclarar que no todos los perros reaccionan igual, y que algunos pueden tardar más en aprender mientras que otros lo logran muy rápido. Pero con la debida paciencia y perseverancia, ciertamente lo lograremos.



You may also like